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Entre culturas, sazón y amor; Ismael Zhu Li

Todos conocen a ‘El Chino’ por ser uno de los participantes más carismáticos de MasterChef pero su dulzura va más allá de la pantalla

Por: Patricia González Polendo

Ilustración: Salma Hernández

A sus 29 años de edad, Ismael es un “crack” en la cocina; se las sabe todas en la comida oriental y mexicana, participa actualmente en el famoso programa gastronómico MasterChef México y es uno de los gallos más fuertes y populares, sus redes sociales están llenas de followers y seguramente chicas enamoradas ante sus encantos y esa pasión que tiene por la cocina.

En exclusiva para EL GUARDIÁN, Ismael nos llamó para platicar un poco de él, de su vida y su más reciente proyecto: un restaurante en la Ciudad de México en el que pondrá el corazón, recetas propias y mucho ramen, platillo oriental de fideos que planea sacar a flote con su toque único.

“Yo siempre estuve al pie de la cocina”, comenzó a relatar. “Empecé a ayudar a mi mamá de niño con cosas sencillas y con el tiempo fui experimentando”, explicó y puso hincapié en que gracias a su familia agarró el gusto por comer, cocinar y crear cosas nuevas.

Ismael es la tercera generación “Chino-Mexicano” de su familia pero el primero que nació en CDMX; su bisabuelo llegó a nuestro país a trabajar para Cuauhtémoc Cárdenas como cocinero. Sus padres se enamoraron y casaron en China pero tuvieron a Isma ya en tierra azteca.

“Viví en México toda mi vida pero para eso de tercero de secundaria me fui a Canadá a estudiar la ‘highschool’, después de ahí a San Francisco para mi carrera. En un principio deseaba estudiar gastronomía pero era muy caro así que me metí a hotelería y turismo pero no acabé porque falleció mi mamá”, expresó.

 

Tragedia e impulso

La madre de Ismael, Yun, falleció de cáncer cuando él apenas cursaba la carrera; a sus 21 años de edad tuvo que regresar al país para ayudar a su padre y comenzar a trabajar.

“De las satisfacciones más grandes que he tenido fue despedirme de mi madre. En general, y no puedo hablar por todos, en la cultura oriental no son muy de afectos y decir ‘te amo’ o ‘te quiero’ pero una noche antes de morir pude llegar y decirle que la amo. Eso para mí fue lo mejor, la pude dejar ir en paz”, explicó.

El primer trabajo de “El Chino” no fue de cocina, como le hubiera gustado; empezó en una empresa de construcción como promotor de ventas, además de ayudar a su familia con un local de artículos orientales que comenzó a decaer tras la muerte de su mami.

“Me quedé yo con ella (la tienda) para remodelar. Le dije a mi papá que le metería de mi bolsa y en ese entonces vendí mi auto y todo para echarle ganas, primero puse un restaurante chico de comida japonesa, muy pequeño en verdad. Nunca he hablado de él en el programa porque siento que todavía no es tiempo”, reveló.

El nuevo “bar de ramen”, como le llamamos por entrevista telefónica, estará en el mismo lugar donde comenzó el negocio de sus padres, actualmente se está poniendo “guapo” y todavía no hay una fecha de apertura, sin embargo Isma espera que sea pronto.

“Hace tres años no tenía idea de cómo administrar un restaurante y ya tengo como tres años con él (el anterior); ahora me voy a ‘renovar’ con el  bar de ramen. Mi único acercamiento previo en la cocina y además de MasterChef fue en la casa.

“Recuerdo a la señora Rosa, una mujer que nos ayudaba a hacer la limpieza en casa y con ella aprendí de la gastronomía mexicana. Siempre andaba viendo cómo ayudarle y prestando atención a sus platillos”, explica.

En la gastronomía china y mexicana Ismael no tiene un gusto favorito, dice que todo depende de su humor y en definitiva no podía vivir la comida en general; cuando le gusta cocinar es dependiendo de antojos: “Lo primero que cociné en mi vida fueron huevitos revueltos”, agregó divertido.

Isma tampoco tiene un platillo predilecto para cocinar: “Creo que todo depende de mí ‘mood’, amo hacer con técnicas chinas y también guisamos mexicanos como asado, mole o enchiladas; también salteados chinos”, además aseguró que siempre que puede experimenta y se anima a cosas nuevas.

Amor al cocinar

No es un mito que para tener buen sazón hay que estar bien del corazón e Isma lo confirma: “Sí hace falta mucho amor para hacerlo, el humor y el sentimiento que tengas en ese momento afecta mucho en cómo se cocina.

Cuando me toca en MasterChef un mandil negro es porque no estoy bien. Y tengo muy presente que mis mejores platillos fueron de días en los que estaba súper bien anímicamente. En realidad sí, es cierto que sí te tiene que gustar y estar enamorado de la cocina para ello”.

Pero también hay retos y para “El Chino” él se considera su propio obstáculo a la hora de procrastinar y “meterse el pie”; dice que considera que somos nosotros mismos quienes colocamos las barreras más difíciles y para él su mayor temor es no sentirse o verse capaz de lograr algo.

 

Un poco de MasterChef

Isma todavía no sale de la competencia, cada vez son menos y está seguro que los compañeros que aún recorren con él el camino son muy fuertes; recuerda con orgullo a todos a los que conoció desde que inició el programa y las aventuras que pasaron juntos:

“Sentí buena química con todos y conviví muy amenamente. Nos quitan a veces toda comunicación y eso te une más a las personas o las terminas odiando (risas) pero en realidad me la llevo relax con los compañeros y aunque me hubiera gustado convivir más con otros compañeros sé que habrá oportunidad”.

Respecto a la competencia y los tres chefs icónicos: Benito, Betty y Herrera, Ismael agradece cada aprendizaje que programa con programa obtiene, sin embargo  manda un especial reconocimiento al chef Juan Arroyo quien está tras la producción de tan famoso programa y es el encargado de instruir a los participantes en muchas situaciones.

“Aproveché al 100 por ciento con él la convivencia; es la cabeza del programa en cuestión gastronómica y merece su reconocimiento”.

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