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Ganó millones en la lotería, gastó todo en fiestas, prostitutas, drogas; hoy no tiene nada

Carroll estaba comprometido con su novia, que en aquel momento estaba embarazada de 7 meses, cuando compró el billete que lo llevaría a la riqueza y a la posterior orgía de excesos y locura

Su mujer y su hija de un año le dejaron, hartas de este estilo de vida digno de película. Y, en poco tiempo, Carroll se quedó sin nada

Ganar el premio del Euromillones es un sueño, que, seguro, comparte mucha gente. No obstante, ver las cifras de la cuenta corriente tan altas de la noche a la mañana puede llevar a la locura a según quién. El protagonista de esta historia así lo demuestra: después de conseguir 11 millones de euros en este sorteo, los ha gastado todos en fiestas.

Los hechos han pasado en el Reino Unido. Michael Carroll, el ganador de la lotería, ha gastado todo el dinero en drogas, fiestas, prostitutas y caprichos lujosos.

Carroll estaba comprometido con su novia, que en aquel momento estaba embarazada de 7 meses, cuando compró el billete que lo llevaría a la riqueza y a la posterior orgía de excesos y locura.

Al verse con tanto dinero, el hombre empezó a gastar sin conocimiento: celebraba unas fiestas ostentosas que costaban más de 50.000 euros. Se iba a la cama con prostitutas. Compró una gran mansión, que llenaba de drogas y gente desconocida, dispuesta a dejarse invitar.

Su mujer y su hija de un año le dejaron, hartas de este estilo de vida digno de película. Y, en poco tiempo, Carroll se quedó sin nada.

Se lo gastó todo

Después de todas las fiestas, toda la cocaína (a la que se volvió adicto) y de todo el sexo pagado, Carroll fue gastando muy deprisa todo el dinero que había ganado. El hombre llegó a pagar 2.000 euros diarios por la droga de polvo blanco que consumía.

Este descontrol lo llevó a delinquir: tiraba comida a los peatones desde su coche deportivo, destrozó ventanas de tiendas y también coches. Hasta que, diez años después de aquel milagroso día en el que acertó el Euromillones, se arruinó.

Ahora Carroll trabaja transportando troncos y madera.

Lejos quedan su mujer y su hija, aquellas noches de locura, los coches lujosos y su mansión llena de cocaína.

Ahora solo tiene este trabajo mundano y su soledad.

Escrito por Kaze

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